En el suroeste de Estados Unidos, un descubrimiento arqueológico ha generado gran interés por su relevancia histórica. Un equipo de investigadores ha encontrado un cañón de bronce de 500 años de antigüedad, relacionado con la expedición de Francisco Vázquez de Coronado, que se convierte en el arma de fuego más antigua jamás hallada en el territorio continental de Estados Unidos.
El cañón, también conocido como “cañón de pared”, mide 1,6 metros de largo y pesa aproximadamente 18 kilogramos. Fue encontrado en el sitio arqueológico del asentamiento San Gerónimo III, ubicado en el valle de Santa Cruz. Este asentamiento temporal fue construido por los integrantes de la expedición de Coronado y abandonado tras un ataque de los Sobaipuri O’odham, un pueblo indígena que resistió activamente la ocupación europea.
La expedición de Coronado, llevada a cabo entre 1539 y 1542, fue una de las primeras grandes incursiones europeas en el actual suroeste de Estados Unidos. Autorizada por el virrey Antonio de Mendoza, la campaña tenía como objetivo encontrar las míticas Siete Ciudades de Cíbola, que se creía eran ricas en oro y otras riquezas. Coronado lideró un contingente de 400 soldados, más de 1,500 aliados indígenas y numerosos trabajadores, recorriendo lo que ahora es México, Arizona, Nuevo México y Kansas.
El cañón encontrado es una pieza de artillería versátil, diseñada para ser montada en un trípode de madera. A pesar de su tamaño compacto, era una poderosa herramienta de guerra capaz de disparar proyectiles de plomo o munición múltiple con un alcance de hasta 640 metros. Este tipo de arma era ideal para la defensa de fortificaciones y para abrir brechas en estructuras de madera o adobe.
Un análisis detallado del arma mostró que nunca fue disparada. Según los investigadores, no se encontraron residuos de pólvora negra ni señales de corrosión asociadas al uso frecuente. Este detalle refuerza la teoría de que el cañón fue abandonado durante la retirada precipitada de los españoles tras el ataque de los Sobaipuri O’odham.
El descubrimiento del cañón en San Gerónimo III es significativo, ya que es el primer arma de fuego identificada de la expedición de Coronado. Además, su datación mediante técnicas de radiocarbono y luminiscencia óptica confirma que pertenece al período de 1500 a 1520, poco antes de la llegada de la expedición al área.
Según Deni J. Seymour, arqueóloga principal del estudio, “Este cañón y la batalla que lo rodea representan el levantamiento indígena más temprano y significativo en el territorio continental de Estados Unidos”. El estudio subraya que, en circunstancias normales, un cañón como este habría sido considerado demasiado valioso para abandonarse. Sin embargo, las circunstancias caóticas del ataque y la retirada española llevaron a que el arma quedara enterrada en las ruinas de un edificio de adobe durante casi cinco siglos.
Los hallazgos en el sitio incluyen:
- Fragmentos de cerámica europea
- Balas de plomo
- Piezas de armaduras
- Restos de herramientas
- Puntas de flecha indígenas
Estos hallazgos son evidencia de la batalla entre los españoles y los Sobaipuri O’odham, un evento que marcó uno de los primeros levantamientos indígenas exitosos contra los colonizadores europeos.