Estos sapos contienen una toxina que resulta fatal para los cocodrilos, causando desde convulsiones hasta la muerte por paro cardiaco. De hecho, las poblaciones de cocodrilos en algunas zonas de Australia tropical han disminuido en más del 70% debido a la ingestión de estos sapos.
Para proteger a los cocodrilos, un grupo de investigadores australianos ha ideado una ingeniosa solución: enseñarles a evitar los sapos utilizando un método de aversión al sabor.
El proceso consiste en alimentar a los cocodrilos con sapos de caña muertos a los que se les ha extraído la toxina, pero se les ha añadido un químico que provoca náuseas. La idea es que, tras experimentar esta desagradable sensación, los cocodrilos aprendan a asociar el sapo de caña con algo negativo y lo eviten en el futuro.
Los resultados han sido sorprendentes: en las zonas donde se ha aplicado este método, se ha logrado una reducción de hasta el 95% en las muertes de cocodrilos por intoxicación con sapos.
El método ha sido implementado por guardaparques indígenas y agencias de manejo de vida silvestre, y se espera que continúe siendo efectivo en la protección de estas importantes criaturas.
Esta innovadora estrategia ha demostrado ser un éxito, no solo por la disminución de la mortalidad en los cocodrilos, sino también por su capacidad de adaptación a las necesidades de la fauna silvestre en un ambiente cambiante.