He visto evolucionar los sistemas operativos de Microsoft desde entonces, una metamorfosis tecnológica que me ha acompañado en mi vida profesional y personal. Windows se ha vuelto tan omnipresente en los PCs que casi se asume como parte integral del hardware.
El lanzamiento de Windows 11, hace tres años, fue un evento mediático importante. Se prometía un sistema revolucionario, optimizado para gaming y con una integración fluida de la IA Copilot. Mi experiencia personal con la migración de Windows 10 a Windows 11, sin embargo, fue más prosaica.
Mi equipo, aunque contaba con el chip TPM 2.0, no cumplía con todos los requisitos mínimos de procesador. Inicialmente, me sentí frustrado. Veía equipos con menor rendimiento ejecutando Windows 11 sin problemas. La idea de comprar un equipo nuevo para octubre de 2025, fecha límite de soporte para Windows 10, me rondaba la cabeza. Consideré la opción de instalar Windows 11 sorteando los requisitos mínimos mediante herramientas de terceros, pero descarté la idea por el riesgo de no recibir actualizaciones de seguridad. La seguridad es algo que no se debe pasar por alto.
Finalmente, hace un par de días, realicé la instalación. El proceso fue sencillo, aunque la necesidad de una cuenta de Microsoft para configurar el usuario me pareció algo invasiva. La instalación en sí fue fácil. El sistema operativo funciona correctamente. No obstante, he observado un aumento significativo en el consumo de batería; aproximadamente un 10-12% más que con Windows 10. También se incrementa el uso del procesador, lo que resulta en un mayor ruido de los ventiladores.
En resumen, la experiencia ha sido… normal. No hay un salto cualitativo tan notable como se esperaba. La migración a Windows 11 no es tan ventajosa como para justificar la actualización si no se cuenta con el hardware necesario, a pesar de ser gratuita.
Personalmente, esperaba una mayor ligereza en el sistema, particularmente para optimizar la navegación web, que cada vez es más importante. Entiendo que Windows es un sistema operativo robusto, pero la expectativa de mejoras en el uso de recursos para la web no se cumple del todo. En cuanto a Copilot, es una herramienta interesante, pero no me ha convencido completamente. Quizás es cuestión de adaptación, de generación, o simplemente de preferencias personales. No soy reacio a las nuevas tecnologías, he vivido todos los cambios y me he adaptado siempre, pero en este caso las mejoras no son tan llamativas.
La realidad es que Windows 11, hasta el momento, no ha demostrado ser una actualización fundamental para el usuario medio. El cambio de Windows 10 a Windows 11 es en su mayor parte algo cosmético, sin un cambio de rendimiento que justifique una migración.