MEXICO, DF
Desdenes de peloteros, bloqueos de equipos y las propias reglas, le dan al traste.
El Clásico Mundial de Beisbol atraviesa una crisis de identidad.
¿Es un torneo serio, en el que los mejores peloteros del mundo juegan por sus países para conquistar un título prestigioso? ¿O se trata de un simple apéndice de la pretemporada de Grandes Ligas?
La respuesta podría encontrarse en algún punto medio.
El tercer Clásico Mundial comienza el sábado en Taiwán, con el duelo entre el país anfitrión y Australia. Ese mismo día se pondrá en marcha otro grupo en Fukuoka con el partido entre Japón, campeón de las dos primeras ediciones, y el bisoño Brasil.
Cuba, subcampeón de la primera versión del Clásico en 2006 y en franca picada a nivel internacional, debuta el domingo ante los brasileños, mientras que las otras potencias americanas del deporte — Estados Unidos, República Dominicana, Venezuela, México y Puerto Rico— entran en acción el 7 de marzo en dos grupos en Phoenix y San Juan.
Selecciones como Venezuela y República Dominicana, los gigantes del beisbol en el Caribe, no podrán contar con algunas de sus principales figuras, ya sea por decisión propia de los jugadores o por trabas de los equipos que los emplean en las mayores.
Así que olvídese de disfrutar de un duelo entre el as venezolano Félix Hernández y el toletero dominicano Albert Pujols, o de ver en la lomita a los estadounidenses Justin Verlander y Clayton Kershaw, algunos de los pesos pesados que no estarán en al torneo.
El mismísimo organizador del torneo, Grandes Ligas, se ha encargado de poner las principales vallas que frenan su crecimiento. El reglamento otorga amplia potestad a los clubes para prohibir la participación de sus jugadores por todo tipo de motivos.
¿Terminó la campaña anterior en la lista de lesionados? Descartado. ¿Fue operado en algún momento durante la temporada de 2012 de las mayores o las menores? Lo sentimos, para la próxima. ¿Sufre de una “condición crónica”? Ni lo piense.