La energía de los fanáticos se podía sentir en cada rincón del estadio, un rugido constante que solo podía ser provocado por la pasión del béisbol. Después de dos años consecutivos de frustraciones en la primera ronda de los playoffs, los Dodgers de Los Ángeles estaban de vuelta en la Serie Mundial, buscando el título que se les había escapado en años recientes.
Los Dodgers habían logrado asegurar su lugar en la Serie Mundial tras una emocionante victoria sobre los Mets de Nueva York en la Serie de Campeonato de la Liga Nacional. La victoria, que significó el banderín número 25 para el equipo de Los Ángeles, había despertado una euforia incontenible entre los jugadores. "Esperamos poder hacerlo de nuevo", dijo el jugador de cuadro Max Muncy, con una sonrisa que reflejaba la confianza del equipo. "Necesitamos conseguir cuatro victorias más"
El destino les tenía preparada una batalla épica: los Yankees de Nueva York, un rival histórico con quien compartían una rivalidad que se remontaba a las primeras décadas del béisbol. "Sé que a los fanáticos les encanta esto y a nosotros también", comentó el jardinero de Los Ángeles, Teoscar Hernández, con una mirada retadora. "No va a ser fácil, pero tenemos el equipo, tenemos la ayuda y vamos a ir por el trofeo de la Serie Mundial."
Los Dodgers tenían un as bajo la manga: Shohei Ohtani, el fenómeno japonés que se había convertido en el primer jugador en la historia de las Grandes Ligas con 50 jonrones y 50 bases robadas en una sola temporada. Su presencia había cautivado a la afición japonesa, que seguía con atención cada uno de los partidos del equipo. "Creo que todo el mundo estaba esperando con ansias este posible enfrentamiento", dijo el manager de los Dodgers, Dave Roberts.
Sin embargo, el camino hacia la gloria no sería fácil. Los Dodgers habían tenido que sobreponerse a una serie de lesiones que habían diezmado su rotación de lanzadores. A pesar de las adversidades, el equipo se había mantenido unido. "Este es un equipo que se mantuvo unido. Todos contribuyeron", dijo Hernández, destacando la fortaleza del equipo. La temporada regular había puesto a prueba la resiliencia de los Dodgers, pero ahora estaban en el escenario más grande del béisbol, con el trofeo de la Serie Mundial al alcance de la mano.