Botafogo, que cuenta con la cuarta hinchada más numerosa de Río de Janeiro, ha tenido un ascenso meteórico desde su descenso de categoría en 2020. Con la inversión del controvertido magnate estadunidense John Textor, el equipo ha incorporado jugadores estelares como Thiago Almada y Luiz Henrique, y ha logrado recuperar el liderato del Brasileirao. Su entrenador, Arthur Jorge, busca emular a sus compatriotas Jorge Jesús y Abel Ferreira, quienes ganaron la Libertadores con Flamengo y Palmeiras, respectivamente.
Por otro lado, Atlético Mineiro busca su segunda final de Libertadores tras la coronación en 2013. El técnico argentino Gabriel Milito ha impuesto un estilo ofensivo en el equipo, inspirado en su experiencia como defensor del Barcelona bajo el mando de Pep Guardiola. El equipo cuenta con jugadores experimentados como Hulk, Gustavo Scarpa y Deyverson, y busca neutralizar el juego ofensivo de Botafogo y generar peligro a través del suyo.
La final se disputará en el estadio Monumental de Buenos Aires, con 60.000 boletos vendidos hasta el momento. Será la primera final de Copa Libertadores para Botafogo en su historia centenaria, y el equipo busca hacer historia en la ciudad de Buenos Aires. El árbitro argentino Facundo Tello dirigirá el partido, y en caso de empate tras el tiempo reglamentario, se jugará tiempo extra y de persistir a igualdad el trofeo se definirá por tiros de penales.
El campeón se alzará con un premio de 23 millones de dólares y jugará la Copa Intercontinental 2024, seguido por el Mundial de Clubes de Estados Unidos y la Recopa Sudamericana en 2025. Será la vigésima cuarta Libertadores ganada por brasileños, una menos que los campeones de Argentina.
Los hinchas de ambos equipos están ansiosos por ver a sus equipos en acción, y la final promete ser un partido emocionante y disputado. ¿Quién se alzará con el trofeo? Solo el tiempo lo dirá.