El partido entre los Raiders de Las Vegas y los Santos de Nueva Orleans, inicialmente marcado por los retrasos en el vuelo de los Raiders, que llegaron a su hotel a medianoche del sábado, resultó en una victoria contundente para el equipo de Las Vegas por un marcador de 25-10. Este triunfo, apenas el cuarto de la temporada para los Raiders (4-12), estuvo marcado por actuaciones estelares que eclipsaron cualquier contratiempo.
Aidan O’Connell lideró la ofensiva aérea de los Raiders con 242 yardas por pase, incluyendo dos touchdowns: uno de 3 yardas a Jakobi Meyers y otro de 18 yardas a Tre Tucker. Pero la verdadera estrella del juego fue Brock Bowers, quien se consagró con una actuación histórica.
Con siete recepciones para 77 yardas, Bowers alcanzó la impresionante cifra de 108 recepciones para 1,144 yardas en la temporada. Este logro le permitió romper dos récords históricos: el de Mike Ditka de 1961 (1,067 yardas recibidas por un ala cerrada novato) y el de Puka Nacua de 2023 (105 recepciones por un novato en cualquier posición). Pero eso no es todo: Bowers también superó la marca de franquicia de Darren Waller de 107 recepciones en una temporada, establecida en 2020. Una noche para el recuerdo para este joven jugador.
A la destacada actuación de Bowers se sumó la contribución de Ameer Abdullah, quien corrió para 115 yardas, marcando su primer juego de 100 yardas en sus 10 temporadas en la NFL. Por su parte, Daniel Carlson contribuyó con cuatro goles de campo para los Raiders, incluyendo uno de 54 yardas.
Del otro lado del campo, la ausencia de Derek Carr, ex quarterback de los Raiders, por una lesión en la mano izquierda, dejó a los Santos (5-11) en manos del novato Spencer Rattler, quien a pesar de sus 218 yardas por pase y un touchdown, no pudo evitar la derrota, sufriendo dos intercepciones en el proceso. Rattler también registró 46 yardas terrestres, convirtiéndose en el corredor líder de Nueva Orleans por segunda semana consecutiva.
El partido, más allá del resultado, fue una demostración de talento joven y un recordatorio de la impredecibilidad del deporte profesional. Una victoria con sabor a hazaña para los Raiders, en un final de temporada que pocos esperaban.