Su presencia, sin embargo, estuvo marcada por una incertidumbre que se respiraba en el ambiente, una atmósfera cargada de expectativa y de silencios.
La realidad superó las especulaciones. Kyrgios, el tenista conocido por sus potentes golpes y su personalidad arrolladora, cayó derrotado ante Jacob Fearnley en tres sets: 7-6 (3), 6-3, 7-6 (2). Una lesión abdominal reciente, sufrida poco antes del torneo, empañó su regreso al Melbourne Park después de dos años de ausencias forzadas por lesiones y cirugías.
Tras la derrota, el subcampeón de Wimbledon 2022 sembró dudas sobre su futuro en el torneo individual del Abierto de Australia. “Quiero decir, siendo realistas, realmente no me veo probablemente jugando en individuales aquí de nuevo,” declaró Kyrgios. Aunque planea continuar en la competición de dobles junto a su compañero y amigo Thanasi Kokkinakis, con quienes conquistaron el título en 2022.
A sus 29 años, la carga física de competir al más alto nivel empieza a pesar. Kyrgios, quien ha derrotado a leyendas como Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic, reconoce la dificultad de su situación actual. “Es difícil,” admitió, “Cuando estás compitiendo por los torneos más grandes del mundo y te cuesta ganar sets físicamente, es bastante duro.”
El contraste entre su pasado glorioso y su presente incierto es palpable. Apenas disputó un partido individual entre 2023 y 2024, y se sometió a operaciones de muñeca y rodilla. Su última participación importante había sido el Abierto de Estados Unidos de 2022. Incluso su regreso, marcado por una lesión abdominal, lo dejó con un registro de 0-1 en individuales y dos partidos de dobles junto a Djokovic.
Kyrgios, consciente de su declive físico, atribuyó su derrota a la merma de su servicio, su arma principal. “Soy uno de los mejores sacadores del circuito y esta noche me superaron en el saque,” explicó. “Quiero decir, Nick Kyrgios sin su saque probablemente no es —no soy una amenaza para muchos jugadores.”
A pesar del dolor físico y la incertidumbre del futuro, Kyrgios demostró su compromiso con sus aficionados, decidiendo jugar sin auriculares para conectar con la multitud, como si intuyera que podría ser su última aparición en el Abierto de Australia en individuales. “No sé cuántas veces volveré a estar aquí. Por eso no llevaba auriculares; no estaba escuchando música. Salí allí hoy (y) quería escuchar a la multitud,” confesó. “Hubo algunos momentos especiales.”
Su rival, Jacob Fearnley, un joven escocés de 23 años, expresó su admiración por Kyrgios: “Fue realmente genial compartir la cancha con él. Si ese es su último partido, me alegra haber podido jugar contra él antes de que se retirara.” El partido, marcado por la discreta diferencia en los aces (17-13 para Kyrgios) y la velocidad de servicio, dejó un sabor agridulce en el ambiente, una mezcla de admiración por la leyenda y la tristeza por un posible adiós.