El caso de Conrad Dobler, un jugador legendario de la NFL recordado por su agresividad en el campo, ilustra esta dura verdad. Este liniero ofensivo, tres veces seleccionado para el Pro Bowl, quien jugó con los Cardinals de San Luis, los Saints y los Bills, fue conocido en la década de 1970 como "El Jugador más Sucio del Fútbol Americano Profesional". Una reputación que, como él mismo reconocería más tarde, cultivó con cierto desenfado, incluso protagonizando un comercial de cerveza que lo presentaba como un “Famoso Alborotador” y una memorable portada de Sports Illustrated en 1977 donde declaraba: “Haré cualquier cosa con la que pueda salirme con la mía”.
Sin embargo, la imagen de fuerza bruta que proyectaba en el campo ocultaba un sufrimiento que solo se haría evidente en sus últimos años. En febrero de 2023, a la edad de 72 años, Dobler falleció el día después del Super Bowl. La familia de Dobler hizo público el miércoles un diagnóstico desgarrador: encefalopatía traumática crónica (ETC), una enfermedad neurodegenerativa vinculada a los impactos repetidos en la cabeza, comunes en deportes de contacto como el fútbol americano.
Su hija, Erin Lewin, quien lo cuidó hasta su muerte, compartió: "Mi padre amaba el fútbol americano, pero su amor por el deporte le cobró factura a su cuerpo, su mente y sus relaciones. Su diagnóstico de ETC proporciona un sentimiento de paz en términos de justificar sus problemas neurológicos y conductuales que no solamente lo afectaron a él, sino a todos nosotros que lo amábamos y cuidábamos."
La ETC, diagnosticable solo post mortem, puede causar una serie de problemas devastadores:
- Pérdida de memoria
- Depresión
- Cambios de humor violentos
Irónicamente, en sus últimos años, Dobler abogó por un deporte más seguro. En 2010, donó su cerebro a los investigadores del Centro de ETC de la Universidad de Boston. Su caso, con un diagnóstico de ETC con preservación cortical (que tiende a causar síntomas cognitivos menos severos pero un inicio más temprano de cambios conductuales), es un testimonio de las consecuencias a largo plazo de los impactos repetidos en la cabeza, y un recordatorio del costo oculto de la gloria deportiva. Dan Dierdorf, miembro del Salón de la Fama y excompañero de equipo de Dobler, lo resumió con una frase desgarradora: "Conrad comenzó como mi compañero de equipo y finalmente se convirtió en mi hermano... Me rompió el corazón verlo luchar y desvanecerse lentamente. Era una fuerza de la naturaleza... hasta que dejó de serlo".
La familia Dobler impulsa ahora la participación de otros jugadores en investigaciones sobre la ETC y la donación de cerebros para la investigación científica.