CONCACAF: Política y Deporte, una Tensión en las Semifinales

Dos días antes de los cruciales encuentros, la tensión entre Estados Unidos, Canadá, México y Panamá se palpaba. Pero, ¿cómo influiría esta situación geopolítica en el campo de juego? La respuesta, según los entrenadores, es sorprendentemente unánime.
Mauricio Pochettino, el estratega argentino al frente de la selección estadounidense, señaló con firmeza: “Creo que no podemos mezclar cosas políticas con el deporte. No es porque no quiera hablar. Tengo mis ideas. Pero represento a la federación, y no quiero hablar de política.”
Su postura fue secundada por Jesse Marsch, entrenador de Canadá, quien, a pesar de sus declaraciones previas sobre las tensiones entre su país y Estados Unidos —llegando incluso a calificar como “inquietante e insultante” la retórica sobre Canadá como un 51º estado—, priorizó la unidad en el campo. “No voy a entrar en política en este momento,” afirmó, “Espero que este torneo sea el mejor reflejo de nuestras sociedades, centrándonos en los jugadores y el amor por el juego.”
La situación contrastaba con el fervor nacionalista del reciente torneo de hockey “Four Nations Face-Off”, donde los abucheos al himno estadounidense en Montreal marcaron un punto álgido. Marsch reconoció haber conversado con Jon Cooper, entrenador canadiense en dicho torneo, sobre la experiencia.
Por su parte, Thomas Christiansen, entrenador de Panamá y oriundo de Dinamarca —un país que observa con preocupación las políticas de la administración Trump—, mantuvo una postura neutral. “No es un plan de motivación, hablar de política,” dijo Christiansen. “No es mi área. Prefiero dejarlo atrás.”
Estados Unidos se enfrentaría a Panamá, mientras Canadá se mediría a México. La posibilidad de un choque entre las tensiones geopolíticas y el fervor deportivo quedaba, al menos en palabras de los entrenadores, en suspenso. Las expectativas estaban en lo alto. El deporte, por el momento, buscaría su propio espacio, independiente de los vaivenes internacionales.
La competencia prometía ser emocionante, dejando en segundo plano, al menos públicamente, las complejidades de la política internacional.