Soto: Abrumadora Recibimiento en el Yankee Stadium

El foco de atención, sin duda, era Juan Soto. Su regreso al Bronx, tras su sorpresiva firma con los Mets, prometió ser un espectáculo. Y no defraudó. El jardinero dominicano, con sus llamativas muñequeras anaranjadas que parecían brillar desde cualquier ángulo del estadio, se convirtió en el epicentro de todas las miradas. El manager de los Mets, Carlos Mendoza, comentó antes del partido: “Hablé con él hace un par de días y está listo. Sabe lo que viene. Sólo tiene que disfrutarlo, abrazarlo y ser él mismo.”
La ovación, o más bien, la falta de ella, fue el primer capítulo de esta historia. Un raro abucheo de pie, una muestra del descontento de algunos fanáticos de los Yankees que vieron marchar a su estrella a un equipo rival. Soto, con un gesto elegante, respondió quitándose el casco para saludar a la multitud, llevándoselo posteriormente al corazón; un intento, quizás, de apaciguar las aguas.
El juego mismo fue sólo un telón de fondo para este drama. Soto recibió una base por bolas en la primera entrada y robó segunda, dejando a algunos de los Bleacher Creatures con la espalda vuelta, mostrando su frustración. Su salida de Nueva York, luego de una temporada ayudando a llevar a los Yankees a la Serie Mundial por primera vez desde 2009, dejó un vacío en el equipo y una herida abierta en el corazón de algunos fanáticos.
La razón de su partida: una oferta de 765 millones de dólares por 15 años con los Mets, superando la propuesta de los Yankees de 760 millones por 16 años. Pero el dinero no fue lo único que inclinó la balanza. Se dice que la oferta de los Mets incluía incentivos adicionales, como seguridad personal para Soto y su familia, el uso gratuito de una suite de lujo y hasta cuatro boletos premium. Detalles que, aparentemente, fueron decisivos para el quisqueyano.
Los fanáticos de los Yankees, acostumbrados a que su equipo consiguiera prácticamente a cualquier jugador, se sintieron traicionados, su decepción era palpable. El regreso de Soto al Yankee Stadium no fue solo un juego de béisbol; fue un enfrentamiento entre lealtades, ambiciones, y el peso del dinero en el deporte profesional.