Bad Bunny convierte residencia en Puerto Rico en manifiesto cultural con miras al Super Bowl

Su residencia "No me quiero ir de aquí" fue un viaje sonoro que mezcló reggaetón, folclor boricua y política sin disculpas.
"Esto no es solo música, es resistencia", podía leerse en las playeras de algunos asistentes, mientras el artista, cuyo nombre real es Benito Antonio Martínez Ocasio, alternaba entre dos escenarios: uno que recreaba la exuberancia de la isla y otro que simulaba una humilde "marquesina", ese espacio donde los puertorriqueños convierten cualquier rincón en fiesta. Los detalles no eran casuales: desde los flamboyanes hasta las referencias a los apagones post-María en "El Apagón", cada elemento hablaba de una identidad que pronto llegará al Super Bowl 2026.
Pero detrás del brillo del espectáculo hay números contundentes: medio millón de asistentes, $733 millones inyectados a la economía local y un mensaje claro: Puerto Rico no necesita anglicismos para resonar globalmente. La NFL lo entendió al contratarlo, pero algunos sectores no. Mientras Bruno Mars y Jay-Z celebraron la noticia, figuras conservadoras como Ryan Fournier de Students for Trump tacharon la elección de "divisiva". La razón es clara: Bad Bunny lleva años usando su plataforma para criticar las redadas del ICE y apoyar causas como la estadidad para la isla.
Entre bambalinas, el equipo de Bad Bunny negocia detalles técnicos, pero el mensaje central ya está claro. Como dijo Jay-Z: "Lo que hace por Puerto Rico inspira". Y en febrero de 2026, ese orgullo tendrá sabor a platanares, ritmo de salsa y acentos caribeños frente a 100 millones de espectadores.