México, DF
A Enrique Bunbury la paternidad le llegó a los 43 años y aunque algo tardío, dicho acontecimiento se presentó en un momento clave en la vida del rockero español: “Con la cabeza más asentada” y los ánimos de contribuir para hacer de éste un mundo mejor.
El nacimiento de su pequeña hija, Asia Ortiz, en 2011, le imprimió a Bunbury una actitud más esperanzadora y logró que éste recobrara la fe en la niñez y la juventud del mundo. Hoy el músico aragonés se niega rotundamente a pensar que el mal ganó sobre el bien.
“Pasaron muchos años antes de que llegara mi primer bebé, así es que de alguna forma, mi paternidad tardía me ayudó a ser más responsable. El hecho de tener en tus manos el compromiso de una persona tan pequeña, que tiene todo el futuro por delante, te hace pensar que debes trabajar para ofrecerle un mundo mejor que el que tú estás viviendo ahora”, dijo Bunbury.
Movimientos sociales encabezados por jóvenes como la lucha estudiantil en Chile, el (hash)YoSoy132 en México, el Occupy Wall Street en Nueva York y el 15-M en España le hacen reiterar que hay un despertar de la conciencia entre un grupo de gente que busca realizar acciones para mejorar este mundo.
Hace varios meses que Bunbury cambió su residencia a Los Ángeles. La mudanza, dijo, responde a una estrategia en su desarrollo como artista y no a la grave crisis económica y política que atraviesa su país.
Y desde esa ciudad californiana el rockero da vida al álbum de canciones inéditas que sucederá a “Licenciado Cantinas”, de 2011, un disco con versiones del cancionero latinoamericano en el que incluyó piezas de autores como Agustín Lara, José Alfredo Jiménez, Julio Jaramillo y Casas Padilla.
“Yo insisto mucho en una cosa, lógicamente cada uno mira sus problemas localmente. La situación económica y política a la que nos estamos enfrentando en España no es algo que pertenezca o que sólo pueda solucionar el país. Me parece que es un problema global, somos víctimas de un problema mundial y es difícil encontrar una solución local”, opinó.
Bunbury habló desde una posición como artista, pero también desde su papel de ciudadano pensante y crítico.