Desde que se convirtió en mamá, Maite ha encontrado un nuevo significado a la palabra responsabilidad, y su principal objetivo es asegurarle a Lía un entorno saludable, seguro y estimulante donde pueda crecer y desarrollarse con libertad.
Para ello, Maite y Andrés han hecho una promesa a su hija, una promesa que trasciende las responsabilidades tradicionales de la crianza: "ser papás presentes y estar realmente involucrados en su proceso de vida". Esta promesa no solo refleja el amor incondicional que sienten por su pequeña, sino también su compromiso con la construcción de un futuro mejor para ella, un futuro donde la sostenibilidad y el cuidado del planeta sean pilares fundamentales.
La vida de Maite, antes marcada por las exigencias de la actuación y los conciertos, ha adquirido un nuevo ritmo, un ritmo que se sincroniza con las necesidades de Lía. Ahora, cada decisión, cada acción, gira en torno al bienestar de su hija, "empezando por lo básico, por el día a día, por su alimentación, por su descanso, por su interacción con el mundo exterior", afirma Maite.
La actriz, consciente del impacto que tiene en la formación de Lía, ha tomado la decisión de "provocar actividades" que estimulen la curiosidad de su hija y le permitan explorar el mundo de forma segura. La alimentación de Lía, por ejemplo, ha pasado a ser una prioridad, buscando recetas nutritivas que le proporcionen los nutrientes necesarios para crecer sana y fuerte.
La llegada de Lía ha redefinido las prioridades de Maite, y aunque todavía disfruta de un chocolate de vez en cuando, ha aprendido a priorizar las necesidades básicas de su hija, asegurando que "lo fundamental", "lo básico" esté presente en su vida. La maternidad, para Maite, es un proceso de descubrimiento constante, una aventura llena de amor, responsabilidad y compromiso con el futuro de su hija.