El ex presidente, de 86 años, falleció en su hogar en Lima, rodeado de su familia. Su partida dejó un vacío en la historia del país, donde su figura polarizó opiniones y dejó un legado complejo que continúa siendo objeto de debate.
Alberto Fujimori, quien gobernó Perú entre 1990 y 2000, fue un personaje controversial. Su mandato estuvo marcado por logros en la lucha contra la inflación y el terrorismo, pero también por graves violaciones de derechos humanos. Las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta, así como las esterilizaciones forzadas a miles de personas, principalmente indígenas, mancharon su gestión.
A pesar de haber sido condenado a 25 años de prisión por estos crímenes, Fujimori fue liberado en diciembre de 2017 por razones humanitarias. Su salud se deterioró en los últimos años, y en mayo de 2023 se le detectó un tumor maligno en la lengua.
En medio de su enfermedad, la posibilidad de que Fujimori se postulara nuevamente a la presidencia en 2026 se mantuvo latente, aunque sus problemas de salud complicaban esta opción. Su hija, Keiko Fujimori, líder del partido Fuerza Popular, se había pronunciado sobre la intención de su padre de volver a la política.
Con la muerte de Fujimori, Perú se enfrenta a un momento crucial. Su legado seguirá dando de qué hablar, y sus seguidores y detractores continuarán discutiendo sobre su impacto en la historia del país. Es un momento para reflexionar sobre las lecciones del pasado y para construir un futuro más justo y equitativo para todos los peruanos.