No se trata de un guion de Hollywood, sino de una historia real, un relato escalofriante que el propio Pacino compartió con el mundo.
En el año 2020, el actor de 84 años, reconocido por su papel en "Scarface", se enfrentó a un enemigo invisible: el COVID-19. Lo que comenzó como un malestar inusual, se transformó en una fiebre abrasadora y una deshidratación extrema. Pacino, en sus propias palabras, "se fue". "Estaba sentado en mi casa y desaparecí", confesó a The New York Times. "No tenía pulso."
El actor, aún conmocionado por la experiencia, describe el momento como un viaje a lo desconocido. "Estás aquí, no estás. Pensé: Wow, ni siquiera tienes tus recuerdos. No tienes nada. Una extraña papilla", dijo al referirse a su cercana muerte.
Su hogar se llenó de luz roja y azul cuando llegó la ambulancia, y seis paramédicos con atuendos que parecían sacados de una película de ciencia ficción se apresuraron a revivir al actor. "Fue un shock abrir los ojos y ver eso. Todos estaban a mi alrededor y dijeron: 'Está de regreso. Está aquí'", recuerda Pacino.
La experiencia del actor no solo lo acercó a la muerte física, sino que también le hizo reflexionar sobre la existencia misma. "No vi la luz blanca ni nada. No hay nada ahí", explica Pacino, citando a Hamlet: "Ser o no ser; el país desconocido del que ningún viajero regresa".
El actor, conocido por su intensidad y su conexión con la tragedia humana, se sumerge en la idea de la nada, de la ausencia total. "Es no más", dice. "Te vas. Nunca había pensado en eso en mi vida. Pero ya sabes, los actores: suena bien decir que morí una vez. ¿Qué es cuando ya no hay más?"
La historia de Al Pacino no solo nos recuerda la fragilidad de la vida, sino también la importancia de valorar cada instante, cada recuerdo. Al final, solo queda la pregunta: ¿Qué es lo que realmente importa?