Originario del Estado de México, Wusterhaus llegó a Morelia para formar parte del primer equipo de fotógrafos de Cambio de Michoacán. Su enfoque metódico y su dedicación al detalle lo distinguieron en un entorno donde la rapidez a menudo eclipsaba la calidad. A diferencia de muchos de sus colegas, él no solo disparaba la cámara; cada imagen era acompañada de descripciones minuciosas que enriquecían el contexto de sus fotografías.
Su obra se destacó especialmente en el ámbito cultural, donde su habilidad para capturar la esencia de la danza y de personajes emblemáticos de la época lo convirtió en un verdadero maestro del instante. En sus propias palabras, Wusterhaus afirmaba: “Retratar la realidad, entre comillas (…) uno no fotografía cosas o no presenta cosas en una imagen, uno presenta una idea”. Esta filosofía lo llevó a explorar tanto la fotografía análoga como la digital, siempre con la mente abierta a nuevas herramientas y técnicas.
Con más de 35 años de experiencia, su última etapa se dedicó a la enseñanza, compartiendo su pasión y conocimientos con nuevas generaciones de fotógrafos. Su fallecimiento, coincidiendo con su cumpleaños, ha dejado un vacío difícil de llenar, pero su legado perdurará en cada imagen que capturó y en cada lección que impartió.
Guillermo Wusterhaus Cortés no solo fue un fotógrafo; fue un narrador visual que supo plasmar la esencia de su tiempo. Su memoria y su obra seguirán inspirando a quienes buscan contar historias a través de la lente.