Resulta que Macaulay Culkin, el inolvidable 'Kevin McCalliste'r, estuvo a punto de adquirir la propiedad en mayo de este año. La casa, valorada en 5.25 millones de dólares, ubicada en el número 671 de Lincoln Ave. en Winnetka, llamó la atención del actor. Pero, ¿para qué la quería?
No se trataba de un nuevo hogar familiar. Culkin tenía un plan mucho más original: convertirla en una especie de parque temático para fanáticos, un lugar de "diversión" con un cine incluido, donde los fans podrían incluso deslizarse por las escaleras en trineo, recreando la famosa escena.
Sin embargo, la idea, aunque tentadora, quedó en el tintero. Como él mismo explicó: “Tengo hijos. Estoy ocupado, hombre”. La paternidad, al parecer, cambió sus prioridades. La residencia, de cinco habitaciones y 860 metros cuadrados, encontró comprador rápidamente, apenas una semana después de salir al mercado.
Este episodio nos recuerda el impacto que 'Mi pobre angelito' tuvo en la vida de Culkin. El actor, quien a los 10 años recibió 100,000 dólares por su papel en la primera película, y 4.5 millones por la secuela, confesó que la experiencia fue “una especie de maldición y una bendición, por un tiempo”.
Ahora, con dos hijos junto a su prometida Brenda Song, su perspectiva ha cambiado. De hecho, su hijo Dakota, de tres años, cree firmemente que su padre es el mismísimo Kevin McCallister, confundiendo la ficción con la realidad, una anécdota que revela la magia perdurable de la película.
La historia de Culkin y Mi pobre angelito es un ejemplo de cómo la fama a temprana edad puede dejar una huella imborrable, una historia que continúa desarrollándose, lejos de las cámaras y entre momentos familiares.