Su vida aparenta ser perfecta: una mansión cerca de Manhattan, dos hijas maravillosas, Isabel y Nora, y un marido, Antonio Banderas como Jacob, un aclamado director de teatro que la adora. Sin embargo, detrás de esta fachada de perfección, se esconde una realidad más compleja.
En las primeras escenas, descubrimos la insatisfacción sexual de Romy. “Ella simula, agarra su laptop y, dejando a su esposo dormido, termina el acto ella sola con ayuda de un video porno,” una escena que establece el tono de la película.
Su rutina se ve interrumpida por la llegada de Harris Dickinson como Samuel, un joven interno con una presencia magnética que altera el equilibrio de Romy. Samuel, con sus motivaciones ambiguas, se convierte en un catalizador del caos erótico en la vida de Romy. Su relación desafiará las convenciones y explorará las complejidades del deseo y la culpa.
La película, dirigida por Halina Reijn, explora temas como la presión sobre las mujeres ejecutivas, la ansiedad por el envejecimiento y la dificultad de equilibrar el deseo personal con las responsabilidades familiares. “Babygirl es sobre los deseos reprimidos de Romy, su incapacidad para asumir la responsabilidad de su propio placer,” señala la crítica.
La interacción entre Romy y Samuel es electrizante. Desde un encuentro casual en la calle hasta encuentros furtivos, la tensión sexual es palpable. La película se centra en la transformación de Romy, revelando sus vulnerabilidades y contradicciones. Incluso su relación con su asistente, Esme (Sophie Wilde), se ve afectada por la situación. La crítica a la moralina de Esme, la asistente ambiciosa, representa un momento agudo de la película.
La actuación de Kidman es excepcional. “Es una de las mejores interpretaciones que ha dado en su larga carrera. Ha llegado a la era del 'No me importa', y esto solo promete cosas buenas para su futuro”, comenta la prensa. Su interpretación sutil y conmovedora transmite la complejidad emocional del personaje.
La película utiliza la música de forma efectiva, como en la escena de la habitación de hotel con la canción "Father Figure" de George Michael, creando una atmósfera de tensión y liberación.
Babygirl, más que una simple película erótica, es una exploración profunda de la identidad femenina, el deseo y la búsqueda de la satisfacción personal en un contexto social complejo. El final deja una sensación de ambigüedad, invitando a la reflexión.