No solo por su fama, sino por una serie de eventos recientes que han alimentado la conversación.
El actor de 43 años, usualmente residente en Los Ángeles, fue visto disfrutando de un café matutino y paseando a sus perros. Su mudanza a Bondi, según rumores, es un giro inesperado para alguien con una carrera tan ocupada en Estados Unidos. Este cambio de residencia coincide con acontecimientos que salieron a la luz en julio pasado.
Se reveló entonces una relación de un año con una influencer llamada Fina, a quien conoció en Bali. Esta relación, según Fina, incluyó la introducción a un fetiche de “daddy dom”, una práctica consensuada, pero que tomó un giro inesperado.
La situación se complicó cuando Fina descubrió que Lawson mantenía simultáneamente una relación a largo plazo con una mujer llamada Rebecca Moore. El intercambio de mensajes entre Lawson y Fina, incluyendo fotos del actor sin camisa en la cama, confirmaba una conexión más allá de un simple romance vacacional. Promesas incumplidas de nuevos encuentros y la eventual revelación a Moore, quien al parecer respondió con una mezcla de comprensión y una sorprendente admisión: "Él también me hace llamarlo 'papi'", según afirma Fina.
Mientras tanto, en un giro completamente diferente, la escena social australiana se prepara para una boda de alto perfil: la unión entre el entrenador de AFL, Simon Goodwin, y Kristine Brookes. La ceremonia, que se celebrará entre Navidad y Año Nuevo en una ubicación secreta en Indonesia, promete ser un evento exclusivo.
La lista de invitados incluye a figuras destacadas del deporte y el espectáculo como Mark Visser, Max Gawn, Rebekah Giles, Brooke Hogan y Myles Pitt. La pareja, comprometida desde diciembre del año pasado, ha mantenido un perfil bajo en los preparativos. Kristine Brookes, lejos de ser una típica WAG, cuenta con una exitosa carrera en el mundo financiero. Su vida personal ha estado marcada por la controversia, al igual que la de su futuro esposo, quien recientemente superó un litigio por falsas acusaciones sobre su conducta.
Finalmente, el mundo de la cirugía estética en los suburbios de lujo de Sydney no se queda atrás. La “minilifectomía” es la nueva sensación entre las mujeres de sociedad. Una fuente anónima revela que un cirujano en particular, conocido por su indiscreción, se ha jactado de sus procedimientos con celebridades como referencias, sin el consentimiento público de estas últimas. Una falta de ética profesional que plantea la pregunta: ¿la discreción no es la regla número uno en la cirugía plástica?