Hablamos, por supuesto, del divorcio de Brad Pitt y Angelina Jolie, una saga que comenzó en 2016 con la solicitud de divorcio por parte de la actriz, citando "diferencias irreconciliables". La pareja, ícono de Hollywood, dejaba atrás una historia de amor y seis hijos en medio de un torbellino de disputas legales que se extendieron a lo largo de más de ocho años.
El acuerdo final, firmado el 30 de diciembre, fue confirmado por el abogado de Jolie, James Simon, quien en un comunicado a People declaró: “Hace más de ocho años, Angelina solicitó el divorcio del señor Pitt. Ella y los niños dejaron todas las propiedades que habían compartido con el señor Pitt, y desde entonces se ha centrado en encontrar la paz y la curación para su familia”. La declaración añade un matiz de cansancio, pero sobre todo, un alivio palpable: "Angelina está agotada, pero se siente aliviada de que esta parte haya terminado".
Pero la calma actual esconde una historia turbulenta. El proceso, lejos de ser simple, involucró:
- Disputas por la custodia de sus seis hijos: Una batalla intensa que marcó gran parte del proceso legal.
- Acusaciones de abuso: Angelina Jolie acusó a Brad Pitt de maltrato físico y verbal durante un vuelo privado en 2016. Aunque el FBI investigó, no se presentaron cargos.
- La disputa por Château Miraval: La valuada bodega francesa, estimada en USD 164 millones, fue otro punto crucial de fricción, especialmente tras la venta de la participación de Jolie a un oligarca ruso.
A pesar de intentos previos de conciliación, incluso la designación de un juez privado, las acusaciones mutuas y el conflicto por la propiedad continuaron alimentando la batalla legal. Ahora, con el acuerdo del 30 de diciembre, aunque algunos asuntos pendientes persisten, se cierra un capítulo, dejando abierta la pregunta sobre cómo esta resolución impactará a las vidas de ambos y sus hijos. El final, sin embargo, se revela como un respiro en una larga y compleja historia.