Eduardo Santamarina, rostro familiar en la televisión mexicana, ha compartido recientemente con TVNotas algunos aspectos de su vida personal, desmintiendo especulaciones y ofreciendo una perspectiva fresca sobre su sólido matrimonio de 15 años con Mayrín Villanueva. Su historia, lejos de ser un cuento de hadas, se construye sobre pilares menos románticos, pero igual de importantes.
Más allá de los clichés románticos, Santamarina enfatiza la importancia del cuidado personal. "Estoy como los vinos", afirma con una sonrisa, "Hay que reírse, no digo que uno se la pase por la vida de payaso, pero todos los excesos son malos. Una actitud positiva es fundamental, porque solo tenemos una vida y nosotros decidimos cómo queremos vivirla". Esto incluye una alimentación balanceada, descanso suficiente e hidratación constante.
Pero el bienestar físico es solo una parte de la ecuación. Para Santamarina, la clave reside en la conexión con su esposa. "Maravillosa", describe a Mayrín. "A los hombres les diría que apapachen mucho a sus esposas. A las mujeres, no traten de entenderlas, solo hay que quererlas, llenarlas de muchos besos y escucharlas. A veces, eso es todo lo que necesitan".
¿Y cómo evitar la monotonía en una relación tan larga? Santamarina es directo: "Siempre hay que tener buena chispa. Hay que salir de la rutina. La monotonía no te lleva a nada bueno. Hay que ser espontáneo y siempre creativo. Estar ideando nuevas cosas. Claro, por supuesto (ir a hoteles). Últimamente no, pero claro que sí. Es un recurso muy bueno. Sales de la monotonía, de tu ambiente, de tu zona de confort. Hagan el amor."
Finalmente, sobre el uso de medicamentos para la disfunción eréctil, Santamarina se muestra abierto a la posibilidad en el futuro, pero por ahora afirma: "Por el momento no. No sé si el día de mañana la necesite, pero estoy abierto a esa posibilidad. Ahorita no".
Su historia, iniciada en el set de 'Yo amo a Juan Querendón' en 2007, es un ejemplo de una relación que ha superado obstáculos y ha encontrado la forma de mantener la llama encendida, consolidando una familia que incluye a los hijos de ambos. Una historia de amor que, lejos de la fantasía, se basa en la cotidianidad y la constante búsqueda de la complicidad.