La obra, basada en la película de 1953, Calamity Jane, nos traslada al salvaje oeste con un elenco talentoso encabezado por Carrie Hope Fletcher en el papel principal. Fletcher, conocida por su versatilidad y carisma, interpreta a Calamity Jane con una energía contagiosa. A su lado, Vinny Coyle como Wild Bill Hickok y Seren Sandham-Davies como Katie Brown completan un triángulo de personajes complejos y fascinantes.
Esta adaptación, dirigida por Nikolai Foster y Nick Winston, no se limita a replicar la trama cinematográfica. De hecho, agrega nuevas canciones, como Men! y Careless With the Truth, que enriquecen la perspectiva del personaje principal, profundizando en su compleja personalidad y cuestionando los roles femeninos de la época. "Men!", por ejemplo, muestra a Calamity enfrentando los estereotipos que la sociedad le impone.
La puesta en escena, diseñada por Matthew Wright, es visualmente atractiva, utilizando un diseño sepia que crea una atmósfera nostálgica y evocadora. Sin embargo, la magnitud del espacio escénico, a diferencia de la producción original en el Watermill Theatre, ha generado algunas críticas por la pérdida de tensión en ciertas escenas. El detalle de un segundo proscenio para simular el escenario del bar es una decisión interesante que, sin embargo, puede generar una sensación de distancia.
A pesar de las ampliaciones a la trama original – incluyendo la expansión del personaje de Francis Fryer interpretado por Samuel Holmes – algunos consideran que la obra se estanca en la exposición, mientras que la profundización en las relaciones principales, particularmente la relación entre Calamity Jane y Katie Brown, podría haber sido más explorada. La escena del dúo, A Woman’s Touch, resalta la atracción mutua entre ambas, pero podría haber sido más contundente en su desarrollo.
La producción, que se presenta en el Manchester Opera House hasta el 25 de enero y luego continuará de gira hasta el 27 de septiembre, ha realizado cambios sensibles para contextualizar la obra en la actualidad. Se han eliminado insultos raciales del guion y las canciones, reemplazando incluso un vestuario polémico por otro más adecuado. Sin embargo, la decisión de omitir casi por completo la representación de los nativos americanos en la narrativa genera debate.
La música, compuesta por Sammy Fain con letras de Paul Francis Webster, es un elemento clave del éxito de la producción. Las coreografías de Nick Winston, junto con las orquestaciones de Catherine Jayes, complementan la trama ofreciendo una experiencia integral al público.
La obra, a pesar de algunas reservas, mantiene el encanto del clásico original, enriqueciéndolo con nuevas perspectivas y una notable actuación de su elenco principal.