Linda Blair, un nombre que resonará para siempre en la memoria colectiva, especialmente para quienes crecieron en la década de los 70s. Su interpretación de Regan MacNeil en "El Exorcista" (1973) la catapultó a la fama internacional. Una actuación que, según el escritor Nat Segaloff en su libro "El legado del exorcista: 50 años de miedo", provocó reacciones extremas en el público: "La gente corría por los pasillos y entraba en el vestíbulo; algunos de ellos lograron salir a la calle antes de vomitar, mientras que otros lo hicieron en el camino".
Si bien la experiencia fue intensa y, según se ha comentado, traumática, Blair repitió su papel en la secuela, "El Exorcista II: El Hereje". Sin embargo, a diferencia de otros regresos a icónicas sagas de terror – como el de Ellen Burstyn en "El exorcista: Creyente" (2023) – Linda optó por no participar.
Tras el éxito inicial, la actriz intentó navegar las aguas de Hollywood, intentando transicionar de niña prodigio a símbolo sexual en la década de los 80. Esto la llevó a participar en producciones de terror y acción, como "Hell Night" (1981) y "Savage Streets", incluso protagonizando una parodia de su papel icónico en "Repossessed" (1989). Sin embargo, estas incursiones no lograron igualar el impacto de su trabajo en "El Exorcista".
Pero la historia de Linda Blair no termina ahí. Lejos de las luces de Hollywood, su verdadera pasión encontró un cauce: el activismo por los derechos de los animales. En 2003, fundó la "Linda Blair Worldheart Foundation", una organización dedicada al rescate de animales abandonados y a la lucha contra la crueldad animal, especialmente las peleas de perros.
Hoy en día, su Instagram se llena de imágenes de animales rescatados, reflejando un compromiso inquebrantable con su causa. Su vida, lejos de ser una simple anécdota de la historia del cine, es un testimonio de transformación, una historia que nos recuerda que las segundas oportunidades existen y que la verdadera grandeza puede encontrarse fuera de los reflectores.