Shiloh Jolie-Pitt: Una vida lejos del glamour hollywoodense
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A sus casi 19 años, y tras haber prescindido del apellido paterno el año pasado, se ha convertido en un foco de atención involuntario de los paparazzi. Sin embargo, su vida parece estar lejos del glamour hollywoodense.
Recientemente, fotografías la captaron con una amplia sonrisa mientras se dirigía a sus clases de baile en Studio City, Los Ángeles. Su atuendo informal: jeans holgados, sudadera negra con la estampa de Scarface y zapatillas blancas, reflejaba una actitud despreocupada y cercana a la de cualquier joven de su edad. Llevaba una gran maleta, probablemente con ropa y artículos para sus clases.
El baile, su pasión, parece ser un escape, un espacio donde la joven encuentra su propio ritmo, lejos del escrutinio público. Un coreógrafo que colaboró con ella durante dos años, Kolanie Marks, declaró a People el año pasado: “Me olvidé por completo de quién era ella… Quería elogiarla por el trabajo duro y la dedicación que pone”. Marks, cuya experiencia incluye trabajar con artistas de la talla de Rihanna y Beyoncé, destacó el compromiso de Shiloh con una disciplina exigente.
A pesar de su bajo perfil, algunos videos en redes sociales muestran sus impresionantes habilidades en la danza, evidenciando un talento innato y un compromiso palpable con su arte. Este enfoque en su pasión contrasta con la imagen pública que su familia representa, una imagen que, según declaraciones de Angelina Jolie, a Shiloh no le interesa.
Angelina Jolie, en diversas entrevistas —como la del Festival Internacional de Cine de Santa Bárbara el pasado 5 de febrero y otra para Good Morning America en noviembre del mismo año— ha expresado que ninguno de sus hijos comparte su fascinación por el cine. “Realmente no les gusta nada de la parte de ser celebridad, especialmente a Shiloh, que la odia”, afirmó la actriz. Sus hijos, según sus propias palabras, se inclinan más por otras formas de expresión artística, como la pintura, el teatro o la danza, buscando su propio camino lejos de los reflectores.
La historia de Shiloh nos recuerda que la fama, en ocasiones, es una carga inesperada, una herencia a la que no todos están dispuestos a asumir. Su elección de la danza, un refugio personal donde la expresión artística prevalece sobre la presión mediática, dibuja un retrato fascinante, íntimo y alejado de los estereotipos del mundo del espectáculo.