Barkley vs. ESPN: Explota la polémica en la NBA

Charles Barkley, la lengua afilada del programa "Inside the NBA", ha desatado una tormenta al expresar su frustración con la cobertura que ESPN, su futuro hogar a partir de la temporada 2025-26, le da a ciertos equipos. La transición de TNT a ESPN, ya anunciada, pareciera estar anticipando este conflicto. Barkley, sin pelos en la lengua, calificó a algunos comentaristas de ESPN como "idiotas" y "tontos", nombrando específicamente a Kendrick Perkins.
Su enojo se centra en lo que él percibe como una parcialidad excesiva hacia los Lakers y los Warriors, dos equipos con un historial glorioso – 23 títulos de NBA entre ambos – a pesar de que otros equipos como los Cavaliers (52-10) y el Thunder (51-11), con los mejores récords de la liga, reciben mucha menos atención.
"Vi a un idiota en la televisión diciendo que los Lakers salvaron la NBA," declaró Barkley. "Él es un idiota y un tonto, pero sabe quién es. ¿Cómo se llama, Shaq? Kendrick Perkins... Ellos solo hablan de los Lakers y los Warriors." El comentario sobre Perkins, quien jugó 14 años en la NBA y obtuvo un campeonato con los Boston Celtics, no se quedó sin respuesta. Perkins respondió a través de sus redes sociales, retando a Barkley a mantener esa misma energía en persona.
Barkley argumentó que la atención desproporcionada a los Lakers y Warriors, a pesar de que equipos como los Cavaliers y el Thunder mantienen un desempeño sobresaliente durante meses, es injusta. Incluso, cuestionó la obsesión mediática con la eterna comparación entre Michael Jordan y LeBron James, señalando que "la única gente que habla de LeBron y Michael son personas en televisión sin talento para hablar de otra cosa."
La situación se complica con la cercanía de la mudanza de "Inside the NBA" a ESPN. La reacción de Barkley, aunque incendiaria, deja ver una preocupación genuina por una cobertura equilibrada y objetiva, en un deporte donde las narrativas, a veces, eclipsan el desempeño en la cancha. El futuro de la relación entre Barkley y ESPN, a la luz de esta controversia, resulta incierto.