‘Para sobrevivir hay que ser amapolero’, Agricultores de Guerrero

Acapulco, Gro.
No se consideran narcos. Saben que su actividad es ilegal, pero dicen que “no hay de otra”.
Amapoleros. Así es como los conocen en la sierra de Guerrero, donde al menos mil 200 comunidades, con una población hasta de 50 mil habitantes, dependen del cultivo de la amapola, según las organizaciones de campesinos serranos.
Ellos se consideran agricultores, campesinos, nunca narcotraficantes o criminales. Desde hace 50, y hasta 60 años, dicen, cultivan esa planta que deriva en una droga como la heroína, o que puede utilizarse para uso medicinal, como el caso de la morfina.
Saben que cultivar amapola en sus tierras es ilegal, que le venden su producto al crimen organizado, que a su vez lo convierte en una de las drogas más adictivas que existen en el mundo y que inunda el mercado de Estados Unidos: las agencias de seguridad de ese país, como la DEA, calculan que al menos 40 por ciento de la heroína consumida procede de México, y en particular de Guerrero, que es el principal productor de amapola en el país (informe de Evaluación de Amenaza Nacional de Drogas del año pasado).
Reconocen que esta actividad es la herencia que le dejan a sus hijos, la misma que recibieron de sus padres. Es un asunto de monedas, de dinero: por la amapola ganan no menos de 3 mil pesos por kilo.
Los amapoleros de la sierra de Guerrero, formada por partes de los territorios de municipios de Eduardo Neri, Leonardo Bravo, Heliodoro Castillo, San Miguel Totolapan, Coyuca de Catalán, Pungarabato, Arcelia, Atoyac, Petatlán, Coyuca de Benítez, Zihuatanejo, La Unión y Tecpan de Galeana, aseguran que “no hay de otra”, que debido a las condiciones de pobreza, inseguridad e incluso incomunicación en que se encuentran, es la única manera de sobrevivir.
Todos coinciden en que están dispuestos a dejar esta actividad, pero se dicen “olvidados” por el gobierno para poder concretar alternativas, otros proyectos productivos legales, seguros...
La comunidad de Petlacala es una de las 191 que integran el municipio de San Miguel Totolapan. Se encuentra a casi 200 kilómetros de distancia de Chilpancingo y a más de 300 de Acapulco: son no menos de seis horas de recorrido por caminos de terracería.
“A nosotros nos dicen amapoleros... Es penoso y sabemos que estamos contra la ley, pero de dónde más, es mejor sembrar la amapola que ponernos a robar”, dice Juan Sánchez, habitante de Petlacala.
“Aquí estamos olvidados, bien jodidos. Aquí es la sierra, el pulmón, y ¿qué le meten? Nada, todo está jodido aquí, nosotros trabajamos en esto porque no nos queda de otra, y el gobierno nada más viene para chingarnos”, cuestiona Noé Reyes, cultivador de amapola, en alusión a los sembradíos fumigados o destruidos por tropas federales.
La producción
En esta localidad, enclavada en la región de la Tierra Caliente, se cultiva amapola desde que sus habitantes tienen memoria.
Informes nacionales e internacionales dividen en dos corredores los principales cultivadores de amapola: el norte, que se ubica en la Sierra Madre Occidental y abarca municipios de Durango, Nayarit, Sinaloa y Chihuahua, y sur, que comprende solo a Guerrero.