Ciudades santuario para inmigrantes se rebelan

California.
Alcaldes de NY, Los Ángeles, Chicago y otras urbes prometen seguir dando amparo.
Varias ciudades santuario con alcaldes demócratas que tenían desde hace tiempo una fría relación con las autoridades federales de inmigración piensan seguir dando amparo a los inmigrantes sin permiso de residencia a pesar de la amenaza del presidente electo, Donald Trump, de negarles fondos federales si no colaboran en una campaña para deportar a los extranjeros que viven en el país ilegalmente.
Bill de Blasio, en Nueva York; Rahm Emanuel, en Chicago; Eric Garcetti, en Los Ángeles, y Ed Murray, en Seattle, son algunos de los regidores de ‘ciudades santuario’ que han intentado tranquilizar a la población inmigrante preocupada por los planes de Trump, que durante su campaña electoral se comprometió a deportar a todos los extranjeros sin permiso de residencia.
En Providence, Rhode Island, el alcalde Jorge Elorza, hijo de inmigrantes guatemaltecos, dijo que mantendrá la política de no retener a personas acusadas por infracciones civiles en nombre de agentes federales de inmigración. Ras Baraka, de Newark, dijo lo mismo y añadió que la retórica de Trump sobre inmigración “da miedo”.
Sigue habiendo mucha preocupación e interrogantes sobre su estrategia hacia las ciudades santuario.
No hay una definición legal del término, al que se oponen algunos defensores de los derechos de los inmigrantes sin un status migratorio legal, que señalan que la noción de santuario no refleja el hecho de que la gente sigue pudiendo ser deportada.
Algunas ciudades como San Francisco se declararon hace tiempo como refugios seguros para los inmigrantes sin permiso de residencia y emiten tarjetas de identificación locales que les dan acceso a distintos servicios públicos.
También se ha empleado el término para ciudades que prohíben a sus empleados, incluida la policía, preguntar por la situación migratoria de una persona, con el argumento de que las víctimas de delitos y los testigos pueden ser más reacios a hablar con los investigadores si tienen miedo de ser deportados.
En un tono similar, el jefe de Policía de Los Ángeles, Charlie Beck, dijo el lunes que no trabajarán con las autoridades federales en sus “esfuerzos de deportación”.