PHOENIX, Az.
Wilson, Lynch y compañía tratan de ligar campeonatos.
Se acabó el espectáculo secundario, lo que significa que Marshawn Lynch puede volver a no hablar y que hay algo que sigue siendo evidente: los Halcones Marinos de Seattle siguen siendo la mejor defensa en la NFL.
Y, como lo vimos el año pasado en el Súper Bowl, la defensa usualmente gana.
“Tenemos a muchos jugadores de renombre, pero tú no te darías cuenta porque ellos trabajan como si fueran desconocidos”, dijo el linebacker Bruce Irvin.
“Ellos no dejan que se les suban los humos y pienso que ésa es la mayor diferencia. Los muchachos siempre vienen listos para trabajar. Pienso que eso nos separa de muchos equipos, que practicamos hasta el cansancio. Nos esforzamos al máximo durante la semana así que cuando llega el domingo, todo es más mucho fácil”.
Y ése es el reto en el intento de Seattle el domingo para convertirse en el primer equipo en una década en ganar títulos consecutivos en el Súper Bowl. Porque, no importa lo importante del papel que pueda desempeñar Lynch, si los Halcones Marinos levantan o no su segundo trofeo Lombardi consecutivo va a ser dictado por su defensa.
El resultado es ciertamente más complicado que cómo juegue Seattle defensivamente. ¿Se ha recuperado el equipo de su emotiva victoria en el partido de campeonato de la Conferencia Nacional?
¿Puede Russell Wilson pasar efectivamente contra una defensa secundaria de Nueva Inglaterra que, con Darrelle Revis y Brandon Browner, es mucho mejor que la que Wilson enfrentó de novato? Y, ¿cómo está Lynch mentalmente tras una semana en la que fue el centro de atención?
La diferencia es que la defensa de Seattle ha demostrado que es capaz de sobreponerse a problemas para ganar partidos.
La única evidencia necesaria es lo que hicieron los Halcones Marinos en el partido de campeonato contra Green Bay. Tres veces en la primera mitad los Packers tomaron posesión del balón dentro de las 35 yardas de Seattle y solamente consiguieron nueve puntos en total. Esa defensa permitió a los Halcones Marinos mantenerse lo suficientemente cerca en la pizarra para poder montar su ataque decisivo al final.