Yemen.
Los rebeldes chiitas proclamaron ayer la toma formal del control de Yemen y la disolución del Parlamento, una maniobra que completa su arrebato del poder en el país más pobre de la región y en el que prospera una facción de Al-Qaeda.
Manifestantes enfurecidos protestaron contra la medida de los rebeldes en mítines callejeros en varias ciudades, lo que generó temores de que se desate un intenso conflicto sectario entre los nuevos gobernantes de tribus chiitas de Yemen, conocidos como hutíes, y la mayoría sunita privada de sus derechos.
La agitación podría fortalecer a la rama de Al-Qaeda en Yemen, considerada la más peligrosa de ese movimiento terrorista, y complicar las operaciones antiterroristas estadunidenses en este vecino sureño de Arabia Saudita. Aunque los rebeldes hutíes son enemigos acérrimos de Al-Qaeda, también son hostiles a Estados Unidos y glaciales hacia los sauditas, donde predominan los sunitas.
Eric Schultz, portavoz de la Casa Blanca, dijo que Estados Unidos está “profundamente preocupado con este paso unilateral”, pero insistió en que la declaración de los hutíes como el verdadero gobierno de Yemen luego de una insurrección de cuatro meses no afectará los esfuerzos estadunidenses contra el terrorismo allí.
Partidarios de los hutíes llenaron la plaza central en Saná, la capital yemení, para celebrar la culminación de su golpe de Estado. Lanzaron fuegos artificiales y ondearon banderas que contenían la consigna “Muerte a Estados Unidos, muerte a Israel, maldición sobre los judíos y victoria para el Islam”.