El joven Rayce Ogdahl, de apenas 16 años, vivió una verdadera pesadilla que estuvo a punto de arrebatarle la vida en un instante de horror que sacudió a su familia y conmocionó a todo un país.
Todo comenzó en una tranquila noche en la ciudad de Yukon, cuando Rayce, sumido en un profundo sueño, se encontraba jugando en su consola. De repente, un grito desgarrador rompió el silencio de la noche, alertando a su familia de que algo terrible estaba ocurriendo. Su madre, Danielle Davis, corrió hacia su habitación y se encontró con una escena escalofriante: su hijo estaba parado en el pasillo, presa del pánico, con profundas marcas de quemaduras alrededor de su cuello.
Rayce relató cómo su crucifijo había hecho contacto con un enchufe de una regleta eléctrica, desencadenando una descarga que casi le arrebata la vida. El olor a pelo y piel quemados llenaba el aire, mientras la angustia se apoderaba de la familia. Pero, milagrosamente, el joven logró mantenerse consciente y alertar a su madre, evitando así un desenlace aún más trágico.
Las quemaduras de segundo, tercer y cuarto grado que sufrió Rayce son testigos mudos de la terrible noche que vivió. Ahora, su cuerpo está marcado por cicatrices que contarán la historia de su valentía y su lucha por sobrevivir. Un episodio que deja en evidencia los peligros que pueden acechar en los lugares más inesperados y que nos recuerda la fragilidad de la vida humana.