En una sala de tribunal en Houston, Joey Lamar Ellis, un guardaparques urbano de 33 años, compareció ante un juez para enfrentar cargos por opresión oficial, un delito grave que ha conmocionado a la comunidad. Durante la audiencia, que duró apenas 10 minutos, el acusado mantuvo un perfil bajo mientras el juez establecía las condiciones de su fianza.
Ellis, quien supuestamente habría abusado de su autoridad como guardaparques para extorsionar a hombres en el Cullen Park, recibió la orden de no poseer armas, consumir drogas, salir del condado de Harris sin permiso, tener contacto con las víctimas ni acudir a parques. Según los fiscales, Ellis habría utilizado su posición para intimidar a un hombre, obligándolo a desnudarse, confesar un crimen inexistente y entregarle dinero bajo amenazas de llevarlo a la cárcel.
El abogado defensor de Ellis, Wes Rucker, negó enrgicamente las acusaciones, asegurando que su cliente es un ciudadano ejemplar sin historial delictivo. Sin embargo, las declaraciones de las víctimas pintan un panorama desgarrador de un lugar que solía ser un refugio para la recreación y el ejercicio físico, convertido ahora en escenario de abusos y manipulaciones.
Una de las víctimas, que prefirió mantenerse en el anonimato, relató cómo Ellis lo confrontó en el parque, exigiéndole dinero a cambio de no llevarlo a la cárcel. Otro hombre pagó $260 para evitar ser arrestado o tener relaciones sexuales forzadas. Estos eventos han dejado una marca indeleble en las víctimas, quienes se sienten traumatizadas y con miedo de regresar al lugar que solían frecuentar con tranquilidad.
Los fiscales advierten que Ellis podría enfrentar más cargos si surgen nuevas denuncias en su contra, por lo que instan a cualquier persona que haya sido víctima de abusos por parte del guardaparques a presentarse ante las autoridades. La próxima cita en la corte de Ellis está programada para agosto, mientras la comunidad de Houston sigue consternada por estos perturbadores hechos en un entorno que debería ser seguro para todos.