Antonya Cooper falleció a los 77 años debido a cánceres incurables, sin embargo, antes de morir admitió en una entrevista con la BBC haber administrado una gran dosis de morfina a su hijo Hamish en 1981, quien murió a los instantes. Su hijo, de entonces 7 años y diagnosticado con neuroblastoma, estaba sufriendo considerablemente debido a la enfermedad.
Según Cooper, la decisión de proporcionarle morfina fue para ayudar a su hijo a terminar su vida de manera tranquila, después de años de sufrimiento intensivo tras un tratamiento prolongado en el hospital. Este acto ilegal de suicidio asistido en Inglaterra fue revelado por Cooper con la esperanza de generar un debate sobre la regulación de la muerte asistida en el país.
Hamish había sido diagnosticado con neuroblastoma a los 5 años y, después de un tratamiento que prolongó su vida más allá de las expectativas iniciales de tres meses, continuó sufriendo dolor durante años. En la última noche de Hamish, le expresó a su madre que aliviara su dolor y Antonya Cooper administró una dosis de morfina mortal a través de su catéter.
En la entrevista, Cooper afirmó que estaba segura de que Hamish entendía lo que iba a suceder cuando le pidió que le quitara el dolor. Cuando se le preguntó si consideraba que su acción podría ser vista como homicidio o asesinato, Cooper admitió que sí. Después de décadas desde la muerte de Hamish, Cooper enfrentaba su propio cáncer terminal.
El debate sobre el 'derecho a morir' ha cobrado relevancia en el Reino Unido, con recientes discusiones en el Parlamento sobre el tema. El gobierno británico ha enfatizado que esta es una cuestión de conciencia individual más que una política gubernamental establecida.