La tragedia en la intersección de I-35 y Seminary Drive en Fort Worth, en las cercanías de Dallas, Texas ha dejado un vacío irreparable en la vida de Eddie Fisher. La pérdida de su hija Amiyah, de tan solo dos años, y de la madre de la pequeña, Amber Hopewell, se ha convertido en una herida profunda en su familia.
Las palabras de Fisher, "La primera vez que la pude cargar en mis brazos, mi mundo cambió por completo. Tenía una razón para ser mejor, para hacer mejor", reflejan el amor incondicional de un padre. Amiyah era su todo como lo menciona en sus palabras, su razón de ser.
"Estoy más orgulloso de ser padre que de cualquier otra cosa en mi vida. Ella me dio un propósito, una razón, me dio entendimiento", compartió Fisher, con la voz quebrada por el dolor.
La muerte de Amiyah y Amber no es un caso aislado. El conductor responsable, Eduardo Gonzalez, de 19 años, enfrenta cinco cargos por homicidio culposo por intoxicación. Esta tragedia nos recuerda la importancia de la responsabilidad al volante y las devastadoras consecuencias de conducir bajo los efectos del alcohol.
"Aquellos padres que aún tienen a sus hijos en sus vidas, abrácenlos más fuerte", suplicó Fisher, con lágrimas en los ojos. El dolor de un padre que ha perdido a su hija es un dolor que ningún otro sentimiento puede igualar.
Las autoridades investigan el caso y aún se esperan los resultados de los exámenes toxicológicos de Gonzalez.