Sucedió en el Museo Hecht de Israel, un lugar donde las piezas arqueológicas se exhiben sin protección, para que los visitantes puedan tocarlas y sentir la historia.
Un viernes cualquiera, un niño, mientras exploraba el museo junto a sus padres, se encontró con una vasija de la Edad del Bronce Medio. ¿Su interés? Saber qué contenía. Con un leve tirón, la vasija se desprendió de su soporte y se hizo añicos en el suelo. El Museo Hecht, conocido por su enfoque de "experiencia táctil", ha sido testigo de una lección inesperada sobre la fragilidad de la historia.
La jarra, que data de entre el 2200 y el 1500 a.C., era un tesoro único, un objeto intacto de una época anterior al rey David.
"Se han encontrado vasijas similares en excavaciones arqueológicas, pero la mayoría estaban rotas o incompletas", dijo la directora general del museo, Inbal Rivlin. "La vasija expuesta en el Museo Hecht, sin embargo, estaba intacta, y su tamaño la convertía en un hallazgo impresionante."
Aunque el museo sigue adelante con su política de acceso libre a los artefactos, esta situación nos recuerda que la historia, a veces, es más frágil de lo que parece.
"Hay casos en que los objetos expuestos se dañan intencionadamente, y estos casos se tratan con gran severidad, incluso con la participación de la policía", dijo Rivlin. "En este caso, sin embargo, no fue así".