En declaraciones recientes, JD Vance no ha descartado la posibilidad de volver a implementar la política de separación familiar que caracterizó el primer mandato de Donald Trump, una medida que sigue generando controversia y condena internacional.
Vance defendió su postura al comparar las separaciones familiares derivadas de arrestos con la política fronteriza en general, criticando a la administración actual por no hacer cumplir la ley de manera estricta. Su argumento se alinea con la estrategia de campaña de Trump, quien ha centrado su discurso en la seguridad fronteriza, acusando a la administración de Joe Biden de debilidad y laxitud a pesar de la disminución en el número de cruces ilegales.
La postura de Trump en relación a la separación familiar ha sido ambigua, a pesar de que la ha descrito como “dura”. Si bien ha evitado comprometerse a abandonar la medida, sí ha argumentado que una política fronteriza inflexible disuade la migración y que es necesario sacar a los criminales, lo que, según él, podría implicar la separación familiar. Durante su campaña presidencial de 2024, Trump incluso ha insinuado la posibilidad de implementar medidas de deportación masiva que podrían incluir la separación de familias.
La realidad de esta política, sin embargo, ha quedado grabada en la vida de miles de familias. En 2018, más de 5,000 familias fueron separadas bajo la política de “tolerancia cero”, y la falta de registros ha dificultado la reunificación de 1,360 niños con sus familias, según un informe del Departamento de Seguridad Nacional. En medio de la posibilidad de una segunda administración de Trump, algunos de los niños afectados están compartiendo sus experiencias en redes sociales, con el apoyo de grupos de defensa de inmigración como FWD.us.
Los testimonios de adolescentes separados de sus padres revelan el impacto emocional y las dificultades que han enfrentado para reunirse con sus familias. Sus historias son un llamado al fin de estas prácticas y un recordatorio de las consecuencias humanas de las políticas migratorias restrictivas.
En respuesta, la vicepresidenta Kamala Harris ha expresado su intención de revivir un proyecto de ley bipartidista de seguridad fronteriza que fracasó en el Senado a principios de año, después de que Trump bloqueara las negociaciones. Aunque el proyecto de ley no incluía la separación familiar, Harris ha sido una crítica vocal de la política durante su tiempo como senadora y candidata presidencial, describiéndola como “punitiva” y sin un “enfoque humanitario”.
El debate sobre la política fronteriza estadounidense continúa, y la posibilidad de que la separación familiar se convierta nuevamente en una herramienta de control migratorio preocupa a muchos. La experiencia de las familias afectadas y el impacto emocional en los niños son una advertencia sobre las consecuencias de estas prácticas y la necesidad de un enfoque humanitario y eficaz en la gestión de la migración.