Una reunión entre amigos, como tantas otras, se convirtió en un escenario de violencia cuando la borrachera se apoderó de la situación y los ánimos se caldearon. Un intercambio de palabras subidas de tono escaló a golpes, y en un abrir y cerrar de ojos, las armas blancas se convirtieron en protagonistas de la tragedia. Dos hombres, cegados por la furia y el alcohol, terminaron heridos de gravedad tras una pelea que nadie pudo detener.
Los paramédicos de la Cruz Roja llegaron al lugar con la velocidad de un rayo, encontrándose con una escena dantesca. La sangre manchaba el pavimento, mientras los heridos, tambaleantes y con dolor, recibían los primeros auxilios. El ruido de las sirenas resonaba en la vecindad, rompiendo la calma de la madrugada.
La pelea, que inició en un momento de jolgorio y camaradería, dejó una profunda huella de violencia.
Un claro recordatorio de cómo el exceso de alcohol puede nublar la razón y transformar a las personas en sus peores versiones. Las heridas, tanto físicas como emocionales, quedaron grabadas en los protagonistas de esta tragedia.