Recientemente, durante un evento en Arizona con el presentador conservador Tucker Carlson, Trump insinuó que la excongresista Liz Cheney debería enfrentar un pelotón de fusilamiento por sus posiciones en política exterior. "Es un halcón belicista radical. Pongámosla ahí con un rifle y con nueve cañones apuntándole, ¿de acuerdo?", dijo Trump, mientras el público lo ovacionaba.
La fiscal general de Arizona, Kristin Mayes, no se quedó callada. La demócrata anunció la apertura de una indagación sobre una posible "amenaza de muerte" a Cheney. "Ya he pedido al jefe de mi división penal que empiece a revisar esa declaración y analice si califica como una amenaza de muerte según las leyes de Arizona", afirmó Mayes en una entrevista con la afiliada local de NBC News en Phoenix.
Las palabras de Trump han causado indignación, incluso dentro de su propio partido. La vicepresidenta Kamala Harris reaccionó calificándolas de "violentas" y asegurando que "deberían ser motivo suficiente para descalificarlo". "Cualquiera que quiera ser presidente de Estados Unidos y use ese tipo de lenguaje violento no está capacitado para ocupar ese cargo", añadió Harris.
Liz Cheney y su padre, el exvicepresidente Dick Cheney, se han convertido en férreos críticos de Trump. Cheney, quien fue una de las pocas que se atrevió a desafiar al expresidente durante su mandato, perdió su puesto en el Congreso como consecuencia. La excongresista y su padre han declarado públicamente que votarán por la candidata demócrata a la presidencia.