Como respuesta, Corea del Sur, Japón y Estados Unidos realizaron una maniobra aérea conjunta con la participación de un bombardero con capacidad nuclear. El ejercicio, que tuvo lugar tres días después del lanzamiento del misil, demostró la fuerza de la alianza trilateral y su compromiso para contrarrestar las amenazas norcoreanas.
El bombardero nuclear estadounidense B-1B, acompañado de aviones caza surcoreanos F-15K y KF-16, y aviones japoneses F-2, realizó maniobras coordinadas en un sitio al sur de la península coreana. El Estado Mayor Conjunto surcoreano (EMC) declaró que el ejercicio demostró la capacidad de la alianza para "responder a las amenazas nucleares y de misiles norcoreanas con una disuasión integral ampliada".
La maniobra conjunta fue una muestra de la determinación de los tres países para responder con fuerza a las acciones de Corea del Norte. El ejercicio también sirvió para demostrar la capacidad de respuesta rápida y precisa de la alianza ante posibles amenazas, según el EMC.
La prueba del último ICBM norcoreano, que habría volado más alto y lejos que cualquier misil previo, generó preocupación a nivel internacional. Los expertos estiman que este tipo de misiles podría alcanzar objetivos en Estados Unidos.
Este incidente se suma a la creciente tensión geopolítica en la región, especialmente ante los rumores sobre el posible envío de miles de soldados norcoreanos a Rusia para apoyar la invasión de Ucrania.