En los últimos 25 años, las elecciones de 2000 y 2020 se distinguieron por la lentitud en anunciar un ganador. En 2000, una elección sumamente reñida y los desafíos legales prolongaron el proceso, mientras que en 2020, el auge del voto por correo debido a la pandemia del COVID-19 retrasó los resultados.
Este año, las leyes estatales de Pensilvania y Wisconsin que prohíben contar votos anticipados hasta el día de las elecciones, podrían contribuir a la demora. Si bien la expectativa es que el conteo de votos se extienda más allá de la noche del 5 de noviembre, no es un motivo de alarma, pues los funcionarios electorales trabajan arduamente para contabilizar cada voto.
El proceso de conteo de votos sigue un protocolo específico y riguroso, garantizando la integridad de las elecciones. A pesar de que los medios de comunicación pueden proyectar un ganador con base en análisis y datos, la declaración oficial del ganador se basa en el conteo final de votos certificado por cada estado.
Mientras el país espera con ansias la decisión de las urnas, es importante tener en cuenta que la paciencia es crucial para un proceso electoral justo y transparente. La democracia se basa en la voluntad del pueblo y el conteo preciso de cada voto, independientemente del tiempo que este requiera.