La Fed había anunciado en septiembre un recorte en la tasa de interés, el primero en más de cuatro años, y se esperaba que siguiera con esta tendencia en noviembre y diciembre. Sin embargo, la elección de Trump, con su promesa de un crecimiento económico más rápido y una mayor inflación, ha añadido una nueva capa de complejidad al panorama.
La Fed, bajo la presidencia de Jerome Powell, ha mantenido una postura de independencia, a pesar de la presión de Trump para que el banco central influya en las decisiones políticas. Durante su anterior mandato, Trump criticó abiertamente a Powell por aumentar las tasas de interés para controlar la inflación.
La decisión de recortar las tasas de interés fue unánime por parte de los responsables políticos de la Fed. El Comité de Política Monetaria de la Fed (FOMC) señaló que la inflación había mostrado progresos hacia su objetivo del 2%, pero seguía siendo alta. La Fed también reconoció que las condiciones del mercado laboral se estaban debilitando, con menos oportunidades de empleo.
Esta bajada en las tasas de interés tiene como objetivo reducir el costo de los préstamos para consumidores y empresas, impulsando el crecimiento económico. Sin embargo, en esta ocasión, los tipos hipotecarios, a pesar de la reducción de la tasa de referencia, han vuelto a subir debido al fuerte crecimiento económico, lo que plantea un desafío para la Fed: su esfuerzo por apoyar la economía podría verse frustrado si los inversores elevan los tipos de interés a largo plazo.
El panorama económico presenta señales contradictorias: un crecimiento sólido, pero una disminución en la contratación de personal. El gasto de los consumidores ha sido un motor clave del crecimiento, pero el aumento de los costos de los préstamos para automóviles y otras compras importantes podrían representar una barrera al crecimiento futuro. La Fed deberá evaluar cuidadosamente los efectos de su decisión y estar preparada para ajustar su estrategia si la inflación vuelve a subir o el mercado laboral no se recupera.