Homan, con un pasado en la Patrulla Fronteriza y como director de la división de deportaciones del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) durante el mandato de Barack Obama, no es un desconocido en la gestión de políticas migratorias. Su experiencia, marcada por la implementación de medidas de control y una fuerte postura en la deportación de inmigrantes indocumentados, lo ha llevado a ser reconocido como un "halcón" en este ámbito.
"Debería ser una amenaza para la comunidad de inmigrantes ilegales", mencionó Homan, refiriéndose a aquellos que permanecen en el país sin los documentos necesarios. Con esta declaración, ha dejado claro su enfoque: la deportación de quienes representan un riesgo para la seguridad nacional de Estados Unidos, priorizando la seguridad pública sobre cualquier otra consideración.
Su labor como "zar de la frontera" abarca una revisión integral de las políticas de control migratorio, incluyendo la seguridad en las fronteras terrestre, marítima y aérea. Esto significa un posible endurecimiento de las medidas y una intensificación de las operaciones de detención y deportación.
La designación de Homan ha generado diversas opiniones. Mientras el presidente electo Trump lo ha definido como una figura capaz de realizar un "trabajo fantástico", los defensores de los derechos de los migrantes han expresado inquietudes sobre las posibles consecuencias de su gestión, especialmente en un contexto de migración irregular que sigue siendo un desafío complejo para Estados Unidos.
Con este nombramiento, Homan se posiciona como una figura crucial en las decisiones futuras sobre inmigración, seguridad y control fronterizo, una tarea que, sin duda, estará marcada por la controversia.