El lanzamiento, que fue el sexto de su tipo, se desarrolló con un enfoque en la innovación y la reutilización de tecnología. La primera etapa del cohete, conocida como Super Heavy, realizó un amerizaje en el Golfo de México, en lugar de regresar a su plataforma de lanzamiento, lo que subraya los desafíos que enfrenta la empresa en su camino hacia la perfección de sus sistemas.
Mientras tanto, el Starship continuó su trayectoria, orbitando la Tierra antes de un amerizaje programado en el Océano Índico aproximadamente 90 minutos después del despegue. Este vuelo no solo es un testimonio del avance tecnológico, sino que también refleja el compromiso de SpaceX con la exploración espacial.
El evento fue presenciado por Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos, quien no dudó en expresar su admiración por el cohete, describiéndolo como “el objeto más grande jamás lanzado, no solo al espacio, sino simplemente despegando del suelo”. Trump también extendió sus mejores deseos a Elon Musk, a quien ha designado para liderar un nuevo departamento enfocado en la eficiencia gubernamental.
Este lanzamiento se produce en un contexto donde SpaceX está acelerando el desarrollo de Starship, con la expectativa de que la administración de Trump brinde un impulso adicional a la agenda espacial. La visión de Musk de llevar humanos a Marte sigue siendo el objetivo central, mientras que el programa Artemis de la NASA también se beneficia de un renovado enfoque en la exploración lunar.