Consuelo Salazar, una ecuatoriana de 58 años, encarna esta lucha. Cuatro años atrás dejó su país para buscar un mejor porvenir para sus cuatro hijos, dejando atrás a dos gemelas adolescentes, un hijo adulto con discapacidad y otro que estudia becado en Washington. Su esposo, afectado por una enfermedad cardiaca, ya no puede trabajar. Su llegada a Nueva York, con una visa que obtuvo gracias a un empleo previo, la llevó inicialmente a trabajar en una joyería, pero las extenuantes jornadas de más de 10 horas diarias la obligaron a buscar otra alternativa.
Esa alternativa fue la venta ambulante, un oficio que, aunque permite la subsistencia, se ha convertido en un campo de batalla. Desde que el alcalde Eric Adams asumió el cargo en 2022, las multas por operar sin licencia se han disparado en un 71.5%. La situación se complica aún más con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y la amenaza de políticas antimigratorias más estrictas.
La gota que derramó el vaso fue el resultado de las elecciones del 5 de noviembre. Más del 61% de los neoyorquinos votaron a favor de una medida que endurece las sanciones contra vendedores ambulantes sin licencia, una situación que afecta directamente a miles de migrantes indocumentados, como Consuelo, que “no pueden acceder a licencias porque el municipio no las entrega desde 2016,” según un informe de la Oficina Independiente de Presupuestos.
El panorama se oscurece aún más para vendedores como Jesús Alcayde y Floriberto Díaz, quienes en menos de un mes acumularon multas que superan los $6,000. O el caso de Cecilia Rebollar, una migrante mexicana cuyo arresto por agentes de la policía de Nueva York se viralizó en redes sociales, mostrando la violencia que subyace en estas acciones.
La organización Bronx Street Vendors, fundada en 2023 por Vicente Veintimilla, Miguel Varela, y otros vendedores, se ha convertido en un faro de esperanza en medio de la tormenta. Su lucha no solo se centra en la obtención de licencias, sino también en el reconocimiento de sus derechos y en visibilizar las dificultades que enfrentan diariamente.
La protesta frente al Ayuntamiento, donde Consuelo usó un megáfono para expresar la indignación de cientos de vendedores, refleja la lucha de personas que buscan su sustento diario en una ciudad que, a pesar de su diversidad, no siempre les extiende la mano. El futuro de estos migrantes, con la sombra del retorno a sus países y la incertidumbre política, sigue siendo incierto.