Pero esta vez es diferente. La respuesta de grupos activistas como la Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes (CHIRLA), liderada por Winston Leiva, director de programas de educación comunitaria, es más proactiva y estratégica. En Los Ángeles, y en ciudades como New Haven, Connecticut, se llevan a cabo talleres bilingües intensivos para capacitar a inmigrantes en la defensa de sus derechos.
Leiva, frente a una bandera estadounidense, no oculta la preocupación: “Esta administración ya la conocemos. La verdad es que no sabemos hasta dónde nos va a afectar.” Sus talleres cubren temas cruciales: preparar un plan de contingencia para el cuidado de los hijos en caso de arresto, saber cómo actuar si las autoridades llaman a la puerta, y fundamentalmente, ejercer el derecho a permanecer en silencio.
Este enfoque preventivo se replica en todo el país. Desde California, estado pionero en la creación de políticas protectoras para inmigrantes, hasta Florida, con sus leyes más restrictivas, se están impartiendo talleres sobre derechos legales. Connecticut Students for a Dream, por ejemplo, ha realizado sesiones informativas en Danbury, aconsejando a los inmigrantes a no hablar con agentes de inmigración sin una orden judicial firmada.
El llamado a la acción también incluye la aceleración de trámites de naturalización y otros beneficios de inmigración, para evitar las demoras que podría causar un gobierno con políticas restrictivas. Organizaciones como la Coalición de Inmigrantes de Florida ofrecen clínicas legales gratuitas para apoyar a quienes buscan regularizar su situación. Mientras tanto, en Chicago, el Centro Nacional de Justicia para Inmigrantes trabaja contrarreloj para resolver el mayor número de casos posibles antes de la toma de posesión de Donald Trump.
La abogada de inmigración Fiona McEntee, que participó en la asistencia jurídica gratuita en el Aeropuerto Internacional O’Hare en 2017, destaca que “Aunque no queríamos que esto ocurriera de nuevo, tenemos más experiencia. Somos abogados de inmigración diferentes a los que éramos hace ocho años.” Esta experiencia se traduce en una organización más eficiente y coordinada, frente a un temor generalizado que no solo afecta a los inmigrantes indocumentados, sino también a ciudadanos naturalizados y sus familias.
En medio del miedo y la incertidumbre, historias como la de Julie Gomez, quien asistió al taller en Los Ángeles para ayudar a un miembro de su comunidad, reflejan la solidaridad y la búsqueda de información precisa para enfrentar los desafíos venideros. La preparación, la información y la acción colectiva se presentan como las herramientas más poderosas en este contexto.