DACA, o Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, ha sido un tema central en el debate migratorio durante años. Este programa, implementado por la administración Obama en 2012, ofrece permisos de residencia temporal y la posibilidad de trabajar legalmente a jóvenes inmigrantes indocumentados que llegaron a Estados Unidos siendo niños. Más de 530.000 personas en todo el país, incluyendo aproximadamente 160.000 en California, dependen actualmente de las protecciones que DACA les brinda.
La figura de Donald Trump vuelve a ser el epicentro de esta incertidumbre. Su anterior mandato estuvo marcado por un intento fallido de eliminar DACA, enfrentando una batalla legal que llegó hasta la Corte Suprema. Aunque en su campaña actual ha mantenido una postura menos explícita sobre el tema, su historial y sus promesas de endurecer las políticas migratorias provocan nerviosismo entre los beneficiarios.
“Creo que es bastante seguro que hará todo lo que pueda a través del poder de la presidencia para ponerle fin”, afirma Brian López, abogado de inmigración con sede en Sacramento, reflejando el sentimiento generalizado entre la comunidad afectada. La posibilidad de que el caso DACA retorne a la Suprema Corte bajo una composición más conservadora aumenta aún más la preocupación.
Para los Dreamers, como se les conoce comúnmente, DACA representa mucho más que un simple permiso de trabajo. Se trata de la posibilidad de estudiar, construir una vida y contribuir a la economía estadounidense. La incertidumbre sobre el futuro del programa impacta directamente en sus planes de vida, estudios y en la seguridad de sus familias.
Un estudio reciente reveló una disminución del 50% en la matrícula universitaria de estudiantes indocumentados en California, directamente relacionada con las restricciones a DACA. “Esa es su única esperanza”, comenta Kimberly Gómez, coordinadora del programa Dreamer Resource Center de Sacramento State, al referirse a la dependencia de muchos estudiantes indocumentados en la continuación del programa.
El tiempo apremia. La edad promedio de los beneficiarios de DACA es de 29 años, según datos del Instituto de Política Migratoria. Expertos como Hiroshi Motomura, codirector del Centro de Leyes y Políticas de Inmigración de la UCLA, sugieren que Trump podría optar por una estrategia menos confrontativa, esperando la decisión de la Corte Suprema o priorizando otros objetivos migratorios. Sin embargo, la posibilidad de una nueva ofensiva contra DACA permanece latente.
Mientras la espera se prolonga, la recomendación para los beneficiarios elegibles es la renovación inmediata de su estatus. La tramitación puede tardar hasta cuatro meses, tiempo que se podría acortar significativamente si se inicia el proceso con antelación, mitigando así el impacto de cualquier cambio de política inminente.