No es una escena de ciencia ficción, sino un escenario que científicos están considerando con creciente preocupación. La clave está en la probabilidad, una cifra que ha puesto en alerta a la comunidad científica internacional: 1 entre 6. Esa es la posibilidad, según expertos, de que una erupción volcánica de magnitud similar a la del monte Tambora en 1815 ocurra en este siglo. No es una predicción precisa, sino un cálculo de riesgo basado en estudios geológicos y análisis de patrones históricos.
El nombre Tambora resuena en la historia como la erupción más potente jamás registrada. Su fuerza, equivalente a 1.000 megatones de TNT, lanzó 160 kilómetros cúbicos de material volcánico a la atmósfera, provocando el conocido "año sin verano" y un descenso de la temperatura global de aproximadamente 1 ºC. “Fue un evento que impactó el clima global, causando hambrunas y alterando la historia”, afirma Markus Stoffel, climatólogo de renombre.
Pero el escenario actual difiere significativamente. Stoffel advierte que una erupción similar hoy tendría consecuencias mucho más devastadoras:
- Mayor densidad poblacional: Más de 800 millones de personas viven cerca de volcanes activos.
- Calentamiento global: El efecto de los aerosoles de sulfato y dióxido de azufre se amplificaría, intensificando el enfriamiento global.
- Impacto en la infraestructura: El daño a cultivos e infraestructura sería catastrófico, generando crisis humanitarias sin precedentes.
La amenaza es real, palpable. La falta de un plan global para enfrentar una supererupción volcánica es quizás lo más preocupante. No se trata de si ocurrirá, sino de cuándo. La evidencia geológica apunta a que es solo cuestión de tiempo. La preparación, no la especulación, es la clave para mitigar el potencial impacto de este evento de consecuencias impredecibles.