El presidente colombiano, Gustavo Petro, generó controversia al rechazar inicialmente la llegada de dos aviones estadounidenses con deportados, argumentando que “un migrante no es un delincuente y debe ser tratado con la dignidad que un ser humano merece.” Su decisión, expresada a través de su cuenta en X, provocó una inmediata reacción por parte del gobierno estadounidense.
La respuesta de Donald Trump, presidente de Estados Unidos en ese momento, fue contundente: la imposición de aranceles del 25% a todos los productos colombianos, con la amenaza de aumentarlos al 50% en una semana, además de otras sanciones. Esta escalada, que incluyó medidas de viaje y migratorias, desató una reacción en cadena en la economía y las relaciones bilaterales.
Ante la presión y las repercusiones económicas, el gobierno colombiano, a través de su cancillería, buscó una solución. El punto de inflexión llegó con el anuncio de la disposición de dos aviones de la Fuerza Aérea Colombiana para repatriar a 110 ciudadanos deportados desde Estados Unidos.
Una aeronave voló a San Diego, California, y otra a Houston, Texas. A bordo de cada una viajaban funcionarios de Migración Colombia y la Cancillería, así como personal sanitario, para garantizar la atención médica y el respeto a los derechos de los deportados. Se confirmó que "se espera que en los próximos días salga otro avión con el mismo objetivo".
El comunicado oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores recalcó que el impasse se había superado, estableciéndose un acuerdo que, aparentemente, incluía la aceptación sin restricciones de todos los deportados colombianos, independientemente del medio de transporte utilizado en su repatriación. Se aclaró que se cumplían "los protocolos establecidos para el retorno digno y con garantía de derechos".
Detalles adicionales revelaron que el mes de julio del año pasado registró la mayor cantidad de vuelos de deportación hacia Colombia, con un total de 17, mientras que en noviembre y diciembre se recibieron 8 y 10 aviones, respectivamente, reflejando la constante fluctuación en el flujo migratorio.
La situación, que parecía encaminarse hacia una crisis mayor, encontró una salida negociada, aunque dejó al descubierto las complejidades de las relaciones internacionales y la delicada situación de los migrantes en el contexto global.