Más de 150 efectivos militares estadounidenses, entre ellos marines y personal del Comando Sur, se encuentran actualmente en la base. Su misión: preparar las instalaciones para albergar hasta 30,000 migrantes, según un memorando firmado por el presidente Donald Trump. Este anuncio, que ha tomado por sorpresa a muchos, transforma por completo el panorama de la inmigración en la región.
La justificación oficial del gobierno es contundente: “Detener a los peores migrantes ilegales criminales que representan una amenaza para el pueblo estadounidense”, según las palabras del propio Trump. Tom Homan, el zar de la frontera de Trump, ha aclarado que el ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) seguirá administrando el centro, aunque con un incremento significativo en su capacidad. Actualmente, el centro de detención más grande del ICE en territorio continental cuenta con unas 2,000 camas. La expansión en Guantánamo representaría, por lo tanto, un cambio de escala monumental.
Hasta el momento, Guantánamo recibía a migrantes interceptados en el mar, principalmente provenientes de Cuba y Haití. Pero la ampliación plantea serios interrogantes sobre el futuro de miles de personas. La base opera en un marco legal ambiguo, donde las garantías constitucionales aplicables en el territorio continental estadounidense no se cumplen en su totalidad.
Informes previos, como el publicado por The New York Times en septiembre de 2024, ya habían denunciado condiciones precarias en las instalaciones migratorias existentes:
- Uso obligatorio de gafas de visión opaca durante los traslados.
- Monitoreo de las llamadas con abogados.
- Presencia de plagas, como ratas, en algunas zonas.
La expansión del centro de detención en Guantánamo marca un nuevo capítulo en el debate sobre la inmigración en Estados Unidos, un debate que, sin duda, seguirá generando discusiones durante los próximos meses y años.