Trump declara el 9 de febrero como "Día del Golfo de América" generando polémica internacional
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El protagonista indiscutible es Donald Trump, quien, desde el Air Force One, en pleno vuelo hacia Nueva Orleans para presenciar el partido de fútbol americano, anunció una decisión que ya está generando revuelo: la designación del 9 de febrero como el "Día del Golfo de América". Esta declaratoria llega pocos días después de la firma de una orden ejecutiva que oficialmente cambia el nombre del Golfo de México en documentos y comunicaciones federales de Estados Unidos.
Según el comunicado presidencial, “Mientras mi Administración restaura el orgullo estadounidense por la historia de la grandeza de Estados Unidos, es apropiado que nuestra gran Nación se reúna y conmemore esta ocasión trascendental y el cambio de nombre del Golfo de América”. Trump, en su mensaje, hizo un llamado a los funcionarios públicos y ciudadanos estadounidenses a celebrar este día con "programas, ceremonias y actividades apropiadas".
La orden ejecutiva, titulada "Restaurar Nombres que Honran la Grandeza Americana", instruye al Secretario del Interior, Doug Burgum, a realizar el cambio de nombre en la documentación federal. Se justifica este cambio argumentando que el golfo “ha sido desde hace mucho tiempo un bien integral de nuestra pujante nación y sigue siendo una parte indeleble de Estados Unidos”. Es importante resaltar que este cambio de nomenclatura solo tiene validez a nivel nacional estadounidense; organismos internacionales como la Organización Hidrográfica Internacional continúan reconociendo el nombre "Golfo de México", utilizado desde el siglo XVI.
La reacción en México no se ha hecho esperar. Claudia Sheinbaum, presidenta de México, ha expresado su oposición a la medida, incluso sugiriendo una alternativa como el "Golfo América Mexicana", respaldándose en mapas históricos. La controversia ha llegado hasta Google, generando un debate sobre las implicaciones internacionales de esta decisión unilateral.
Este episodio del “Golfo de América” no es un caso aislado en la política exterior de Trump. Recordemos sus anteriores propuestas, como la compra de Groenlandia a Dinamarca o la intención de anexionar Canadá como el estado 51 de los Estados Unidos, generando reacciones y especulaciones en la comunidad internacional. Sus declaraciones sobre los supuestos beneficios económicos que traería la anexión de Canadá a Estados Unidos, afirmando perder “200 mil millones de dólares al año con Canadá”, han añadido aún más tensión a la situación. Similarmente, la intención de recuperar el control del Canal de Panamá, debido a las tarifas que considera “exorbitantes”, ha intensificado la atención sobre sus ambiciones geopolíticas.
El impacto a largo plazo de esta iniciativa sigue siendo incierto, pero sin duda alguna marca un nuevo capítulo en las relaciones entre Estados Unidos y México, generando interrogantes sobre la capacidad de un solo país para redefinir la geografía global.